María Montessori plantea que el niño es el constructor del hombre, y que los primeros años de esta persona, son los que van a crear su personalidad, por lo que es importante dar una ayuda necesaria en este periodo, y con esto buscar la integración de la mente y el cuerpo, y no limitarse solo al cuidado físico; teniendo en cuenta que en su contexto y tiempo se apreciaba al niño como un ser débil, lleno de limitaciones y carencias.
La mente de los niños posee una capacidad maravillosa y única: la capacidad de adquirir conocimientos y aprender cómo adaptarse a la vida. Lo aprenden todo inconscientemente, pasando poco a poco del inconsciente a lo consciente, avanzando por un sendero en que todo es alegría. El saber entra en su cabeza por el simple hecho de vivir.
Se comprende así que el primer período del desarrollo humano es el más importante. Es la etapa de la vida en la cual hay más necesidad de una ayuda, una ayuda que se hace no porque se le considere un ser insignificante y débil, sino porque está dotado de grandes energías creativas, de naturaleza tan frágil que exigen, para no ser menguadas y heridas, una defensa amorosa e inteligente.
Los niños tienen en sí mismos este maestro interior que les guía pero necesita un ambiente especial preparado que les permita experimentar activamente, respondiendo a las necesidades de cada etapa.
Para la Dra. Montessori todo educador debe seguir al niño, reconociendo las necesidades evolutivas y características de cada edad, y construyendo un ambiente favorable, tanto físico como espiritual, para dar respuesta a esas necesidades. El desarrollo del niño surge de la necesidad de adaptarse a su entorno: el niño necesita darle sentido al mundo que lo rodea y se construye a sí mismo en relación a ese mundo. Esto les brinda independencia, al permitirles seguir sus propios intereses; y al poder hacer, se refuerza también su autoestima.
De esta manera, la descripción más exacta de este tipo especial de mente que tienen los niños es denominada Mente Absorbente, mediante la cual logra adaptarse a su ambiente, como explica María Montessori, que es el llegar a convertirse en una persona de su época y lugar, y así por medio de su trabajo, transformar el ambiente.
Montessori distingue cuatro partes de la mente absorbente del niño.
- Maestro interior: Quien se encarga de seguir el programa que debe cumplirse para su adaptación.
- Nebulosidades: Fuerzas diferentes y especializadas derivadas de otra energía (Horme) sin forma definida que se orientan a dirigir la fuerza o estímulo vital a las conductas humanas propias del niño (similar a los instintos de comportamiento en los animales).
- Mneme: Memoria a nivel inconsciente que facilitará la adaptación al absorber las imágenes que serán encarnadas, con su particular forma psíquica (su mente absorbente), aunque no lo recuerde conscientemente.
- Horme: Fuerza o estímulo vital, energía que guía sus experiencias hacia la evolución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario